Hasta hace unos años hablar de deportividad en un vehículo se encontraba ligado en exclusiva a motores alimentados por gasolina, del mismo modo que parecía impensable que los eléctricos se fuesen a convertir en un duro rival para modelos de elevadas prestaciones. La realidad es que en la actualidad, depende de lo que entendamos por deportividad y del grado de purismo del que opine, existen en el mercado variantes eléctricas como el Porsche Taycan que ponen en serios aprietos al más capaz de los superdeportivos.
Si sólo tenemos en cuenta la capacidad de aceleración de un turismo, cualquier modelo eléctrico de gran potencia podría vencer y poner en aprietos a los más tradicionales modelos de combustión, pero si valoramos aspectos clave como el comportamiento en curva o las sensaciones que transmite, la balanza se inclina hacia la gasolina. No hay mejores ejemplos para comparar que los actuales Porsche Taycan Turbo S y 911 Turbo S. A priori, este duelo no parece tener sentido por la distinta naturaleza de ambos modelos, pero al analizar sus características, descubrimos que no son tan distintos como parecen, con permiso de los más puristas del 911. El primero, con un conjunto mecánico que entrega 625 CV (pico de 761 CV gracias a la función overboost) emplea 2,8 s en alcanzar 100 km/h, una décima más que el 911 Turbo S, propulsado por un motor de combustión de 6 cilindros bóxer de 3,8 litros y doble turbocompresor que alcanza 650 CV. Y es aquí donde encontramos una de las grandes ventajas, ya que por mucho que el empuje del Taycan sea similar el 911, lo que trasmite éste a nivel se sonido es incomparable.
El motor de un deportivo debe sonar, y sonar bien, para redondear un conjunto en el que aceleración y satisfacción al conductor vayan de la mano. A esta sensación se suma el cambio de marchas, inmediato y sin apenas corte entre marchas en el caso del doble embrague PDK, mientras que en los eléctricos es tan lineal como pueda ser el de un avión. Esta característica puede ser algo positivo o negativo según se mire, pero lo que no admite dudas es que al buen conductor, el que valora las sensaciones, no le acaba de convencer esto de tanta linealidad; para probarlo, como algo ocasional, está bien, pero para disfrutar de verdad un buen cambio es innegociable.
Otro punto por el que no es difícil averiguar el resultado si comparamos comportamiento en zonas viradas es el peso, con unos contenidos 1.715 kg para el 911, frente a los 2.370 kg de un Taycan lastrado por su gran paquete de baterías. En ambos el comportamiento es sobresaliente, pero siempre podrá pasar de forma más ágil por la misma curva el 911.
Por último, si valoramos precio, es superior en el caso del 911 en casi 50.000 euros, pero no estamos hablando de temas económicos, sino de pura pasión y sensaciones para olvidar todo lo racional. Lo que es obvio es que el futuro es eléctrico como muestran todos los fabricantes, pero por el momento, mientras existan propulsores de combustión, la deportividad de un coche en conjunto se entiende mejor con “gasolina”.